AURORA MARTÍNEZ Mediterráneo, 27-04-2012
¿Quién se lo iba a decir a Ninette que acabaría vendiendo estampas religiosas y cirios en una
tienda de Murcia?. Hija de republicanos españoles de la más rancia estirpe,
nacida en el país de la libertad y la igualdad, por amor que no por necesidad, cambió
a París por Murcia. Voilà!... este es el resumen de la obra de Miguel Mihura.
Pero hoy en día los cambios de domicilio no son
siempre por amor sino por necesidad. En EE.UU., en la época de la Gran
Depresión, a los trabajadores extranjeros, la mayoría de origen europeo, se les
hacía creer que si vivían en Nueva York, donde no había trabajo, debían marchar
a Boston donde las posibilidades de encontrar un puesto laboral eran mayores,
y…allí que se iban.
Una vez en Boston, descubrían que la realidad era
tan cruda y triste tanto en un lugar como en el otro. De esta forma, los pocos
ahorros que tenían los trabajadores sin trabajo, iban desapareciendo, hasta que
les quedaba lo justo para comprar un billete de tercera en un barco de regreso
a Europa. Miseria allá y pobreza aquí.
Los desplazamientos de los españoles al
extranjero, en nuestros días, son, en su mayoría, el resultado de la caótica
situación laboral existente, la disminución de las ayudas sociales, la
desesperación ante un futuro nada esperanzador y el hecho de que el tiempo pasa
y aquí nadie le pone el cascabel al gato. Lo cierto es que, sobretodo los más
jóvenes, están dispuestos a desempeñar cualquier trabajo honesto que les
permita subsistir. Tienen, por supuesto, sus prioridades, pero éstas van
descendiendo en su lista de preferencias, conforme se desarrolla la búsqueda de
un trabajo. Oportunidades existen, pero hay que moverse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario