OCTAVIO TRAVER Levante, 10-11-2012
38.179, 79.645, 128.242 Más de uno se
preguntará: ¿son estos los números agraciados en alguna lotería, en algún
sorteo, en alguna rifa?. Y no,
lamentablemente no lo son. No son números de ningún sorteo, ni ninguna rifa
aunque pudiera parecerlo ya que lo que significan estos números también tiene
que ver con la suerte, con la mala suerte más bien.
Esos
números, esos terribles y fríos números representan el número de trabajadores, 246.066, que han
perdido su empleo durante el último trimestre de 2012: 38.179 en agosto, 79.645
en septiembre y 128.242 en el pasado
mes de octubre. Números que hacen aumentar la cifra de aquellos que, por mala
suerte han perdido su puesto de trabajo a la terrorífica cantidad de 4.833.521 de trabajadores, 2.784.944 desempleados más que los que existían en
aquel ya lejano mes de octubre de 2007, hace tan solo 5 años, cuando la crisis
económica todavía no se intuía, cuando la burbuja inmobiliaria estaba más
hinchada que nunca, cuando creíamos que éramos ricos.
Estos datos del desempleo del mes de
octubre, hechos públicos esta semana, vienen a corroborar los mostrados por la
Encuesta de Población Activa del último trimestre que nos aterró con el dato de
5.778.100 de españoles que no tienen empleo. Ambas cifras no hacen otra cosa
que constatar que la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy
no sirve para crear el empleo prometido (algún visionario dijo que crearía 3.5
millones d puestos de trabajo) sino más bien para todo lo contrario, lo
destruye a un ritmo endiablado. Trimestre tras trimestre la E.P.A. muestra
tozuda sus datos: se sigue destruyendo
empleo de trabajadores con contratos fijos e indefinidos a un ritmo mayor del
que se crea, precario en su mayor parte y con predominio abrumador de contratos
temporales.
Aunque
lamentable y de una crudeza insostenible para quién la está sufriendo, el
resultado que muestra la E.P.A. no es extraño en absoluto, ya que, en mi
opinión, la citada reforma no está diseñada para dar solución a la problemática
actual del mercado de trabajo a corto o medio plazo, un mercado de trabajo ya
de por si debilitado por la crisis en el que la sensación de inseguridad de los
trabajadores ante los posibles “ajustes de plantilla” (ERE,s temporales o
definitivos) ha propiciado que no exista apenas resistencia de los comités de
empresa ante los Expedientes de Regulación de Empleo, y que ha instalado una
sensación de inseguridad tal en los trabajadores que aún conservan sus empleos
que les lleva a aceptar, con inusitada resignación, sus bajadas salariales y la
reducción de sus derechos laborales sin apenas rechistar porque lo importante
es conservar el salario, aunque sea poco.
Como digo, soy de la opinión, y cada día que pasa me reafirmo más en
ella, que la reforma laboral del PP no está pensada para resolver el problema
actual ni tampoco a corto plazo del mercado laboral español, sino que obedece a
un componente ideológico que es el siguiente: cuanto más se abaraten los
despidos, cuanto más se precarice el trabajo aún existente, cuanto más se
debiliten las negociaciones sindicales, cuanto menores sean los salarios,
cuando lleguemos a unos mínimos socialmente insostenibles, cuando se alcance
ese “mínimo crítico”, entonces y sólo entonces dará comienzo la contratación de
trabajadores, leve al principio y que acelerará progresivamente. Tampoco será
la reforma laboral la que conseguirá ese incremento en las contrataciones,
pienso que el mismo ciclo económico propiciará que la situación comience a
mejorar alentada por los bajos salarios, por el abaratamiento de los despidos,
por las condiciones negociadoras más beneficiosas para las empresas, por el
miedo a la exclusión social que produce el estar fuera del mercado de trabajo,
condiciones a las que llegaremos por los motivos anteriormente expuestos.
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