AMPARO MARCO Mediterráneo, 20-06-2012
Hace unas semanas envié una carta al presidente de la
Generalitat, Alberto Fabra, en la que le reclamaba la deuda que el Gobierno
valenciano mantiene con el Ayuntamiento de Castellón. Los socialistas hemos
asumido el compromiso de reivindicar lo que Valencia nos debe, porque el
alcalde, Alfonso Bataller, no se atreve a defender lo que nos corresponde.
Fabra debería ser sensible con la ciudad de la que fue
alcalde. La situación que atraviesa la economía municipal es dramática y no
podemos financiar los proyectos de otras administraciones. No es justo que los
impuestos de los castellonenses se dediquen a tapar las vergüenzas de la
Generalitat.
La carta llegó a Valencia, pero Fabra no ha tenido la
valentía política de contestar. Ha sido el vicepresidente Císcar el que ha
tenido que dar la cara para no decir nada. Fabra nos ha tratado con el mismo
ninguneo con que lo hicieron Zaplana, Olivas y Camps. Lamentablemente.
Císcar no aclara demasiado. No concreta las acciones que
tiene que impulsar la Generalitat para saldar la deuda con los ayuntamientos, a
pesar de reconocer el problema que la falta de liquidez acarrea a los
municipios. Y eso es una demostración de insolidaridad con los ayuntamientos,
que están asfixiados económicamente y que no pueden desarrollar acciones para
dinamizar la economía y acortar el camino de la crisis.
Los socialistas estimábamos entonces que la Generalitat
adeudaba a Castellón unos 580 millones de euros: 126 millones del Fondo de
Cooperación Municipal, 27 millones del Plan Confianza; 8,7 de proyectos
impagados y 419 millones de lo que llamamos deuda social. El Consell debe a
cada castellonense 2.327 euros.
La deuda de la Generalitat con los ayuntamientos de la
Comunidad Valenciana es una deuda de insolidaridad con las administraciones más
débiles y cercanas a los ciudadanos. Los ayuntamientos tienen una gran
responsabilidad en estos momentos. Están haciendo una labor de contención de la
crisis, gracias a los servicios sociales. Por eso es tan necesaria una buena
gestión municipal, porque no se pueden dilapidar recursos públicos. No puede
ser que Fabra no nos pague y Bataller se gaste lo que no tiene.
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