AMPARO MARCO Mediterráneo, 30-01-2013
En el mundo del deporte, las medallas son el símbolo de la victoria,
acreditan que quienes se cuelgan el trofeo sobre el pecho han sido los mejores,
los primeros en cumplir el reto. En la política, no. Aquellos que se atribuyen
el mérito de haber sido los más veloces, los más fuertes o los más inteligentes
no siempre consiguen los metales del triunfo, mientras que los que acaban
colgándose las medallas suelen ser quienes menos dotados están para la
competición y buscan cruzar la meta con ardides, engaños y provocación.
Tenemos el ejemplo perfecto en el alcalde de Castellón. Alfonso
Bataller está inmóvil, es un pasmarote político: sin ideas, sin proyectos y sin
capacidad de respuesta ante los problemas. Pero tiene la habilidad (y, por
supuesto, un gran presupuesto para propaganda) de colgarse medallas por las
actuaciones que otros emprendemos desde la oposición.
A las pruebas me remito. El PP está tratando de vampirizar las
iniciativas impulsadas por los socialistas en el Ayuntamiento. Es el caso de la
propuesta para publicar las declaraciones de bienes y actividades en la página
web, que hemos defendido desde junio de 2011. Ahora resulta que todo es
resultado de la voluntad de transparencia del señor alcalde.
Lo mismo pasó con el PGOU. Los socialistas hemos insistido desde hace
meses en la urgencia de acometer la redacción de un nuevo modelo urbanístico
después de que el Tribunal Supremo anulara el aprobado en 2000. El PP se opuso
con la tozudez de siempre. Y ahora resulta que, cuando finalmente se deciden a
hacerlo, el mérito es de Bataller.
Los socialistas reclamamos en el pleno municipal de junio que la
Iglesia pagara el IBI por aquellos inmuebles que no están dedicados al uso
religioso. El PP, cómo no, se negó. Pero ayer ya podíamos leer que el equipo de
gobierno ha decidido investigar las propiedades de la Iglesia que son
susceptibles de pagar el impuesto. Otra medalla para la pechera.
Los socialistas reclamamos durante años que el Ayuntamiento retirara la
medalla de oro de la ciudad concedida a Franco. El PP se negó, pero al final ha
accedido. Hasta para quitar una medalla, Bataller se pone una medalla.