martes, 8 de octubre de 2013

VERGÜENZA


IGNACIO SUBÍAS                                        Mediterráneo, 8-10-2013


Vergüenza, esta es la palabra que utilizó el Papa, para referirse a los terribles acontecimientos por los que cerca de unas 300 personas perdieron la vida por intentar llegar a una tierra, donde creían que podían tener una vida mejor. Personas que huían de sus Países bien en busca de una añorada libertad en diversos sentidos y en un intento de encontrar derechos que les permitieran acceder a una vida en mejores condiciones, en definitiva querían poder vivir con la dignidad que se merece cualquier ser humano.

Es tremendo ver esas barcazas sin medios, donde van amontonados y en condiciones lamentables en busca de una esperanza. Algunos nunca llegan a sus destinos, otros verán truncadas sus esperanzas por diversos motivos y casi siempre la realidad estará alejada de sus legítimas pretensiones. Es una vergüenza que asistamos como meros espectadores, ante la tragedia de tantos seres humanos que viven en condiciones inaceptables y que cuando intentan buscar una alternativa a la desesperanza, se les da una respuesta alejada a lo que debiera ser el respeto a los derechos humanos.

La tragedia acaecida hace unos días cerca de la isla de Lampedusa, ha agitado las conciencias, por su magnitud y porque hubo barcos que pasaron cerca y no dieron su apoyo, por una norma del año 2002 de un gobierno presidido por el señor Berlusconi, por la que se penalizaba a las personas que atendieran a inmigrantes en su tránsito marítimo hacia el continente.

Hay que recordar que muchos días nos encontramos con situaciones parecidas de personas que no llegan a su destino, pero como suelen ser de menor magnitud numérica, lo escuchamos como una triste y penosa noticia. Evidentemente todo esto es una vergüenza, ante la que los gobiernos han de dar una respuesta común, no solo los países que estamos más directamente implicados, si no la Unión Europea en su conjunto. No vale apenarse cuando estamos ante la tragedia, hay que poner medidas para poder afrontar estas situaciones, teniendo en cuenta la dignidad y el respeto a los derechos humanos, pues sino se seguirán creando terribles barreras y muros que estarán llenos de personas que dejaron sus vidas en busca de una oportunidad para poder vivir con mayor dignidad. Si no se ponen soluciones, las murallas un día caerán y se verán sobrepasadas por una terrible realidad.

Una sociedad ha de regirse por valores. Es cierto que la vergüenza no se produce solo por este tipo de situaciones, también se debiera sentir cuando se excluye a gente que vive entre nosotros, de la posibilidad del acceso a la sanidad, la educación, a una vivienda digna o a las diversas prestaciones sociales o ante las cifras de paro o el incremento de la pobreza o el abandono de las personas con más problemas como los discapacitados y dependientes.

Las personas más vulnerables lo están pasando mal y hemos de lanzar un grito en favor de una sociedad más justa y con valores, pues el silencio ante la injusticia es cómplice.

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