IGNACIO SUBÍAS Mediterráneo, 30-10-2013
Una nueva marea de ciudadanos llenó las calles de nuestras
ciudades, estudiantes, profesores, padres, ciudadanos en general, en defensa de
una educación pública, de calidad, de acceso equitativo y desde luego contra la
denominada Ley Wert. Los responsables del P.P. no han asumido de la dimensión
de las protestas, ni las razones de las mismas y continúan encerrados en si
mismos, empeñados en que los votos que obtuvieron en las últimas elecciones les
permite tomar las decisiones que quieran. Siguen sin querer reconocer que los
estudiantes cada vez tienen más dificultades para acceder a una beca, que las
tasas han subido de tal forma que muchos tendrán dificultades para llegar al
sistema educativo universitario, con lo cual se esta llegando a una situación,
en la que quien tiene recursos podrá acceder sin problemas a los estudios
correspondientes, pero las personas con menos recursos o con dificultades para
costearse los estudios, esos en un porcentaje elevado quedaran excluidos.
Una tremenda vuelta atrás, recuerda aquellos años donde solo
los hijos de los que tenían capacidad económica iban a la Universidad,
excluyendo salvo excepciones a las personas de menores recursos. Además la
presente reforma incide en un modelo ideológico, se retira la educación para la
ciudadanía, vuelve la religión a tener peso en el curriculum del estudiante, se
vuelve a las reválidas de lejano recuerdo, se pierden ayudas en libros o
comedor, hay un incremento del número de alumnos por clase y una disminución del
número de profesores.. nos están llevando también a una educación dual, una
para los que se lo puedan pagar y otra para los demás.
Hay que recordar que cualquier persona debiera tener derecho
a la educación, independientemente de su condición social o económica. Una
sociedad justa, equitativa, que quiera respetarse a sí misma, no debiera
permitir esta discriminación en un tema fundamental, como es la educación y la
cultura. Un pueblo culto y educado avanza en libertad.
Es verdad que se debiera intentar un acuerdo en materia
educativa por parte de los partidos políticos, agentes sociales y del mundo de
la educación, para intentar conseguir un modelo estable y que no cambie en
función de quien gobierne. Pero el acuerdo no puede venir desde la imposición por
parte de nadie, tiene que venir por el consenso y el diálogo. No puede ser que
se tomen medidas ideológicas, que impongan transitoriamente y digo
transitoriamente, porque el rechazo de todos los partidos, salvo el P.P., hace
que esta Ley sea inviable de futuro.
Es necesario un espacio de diálogo y consenso que lleve de
una vez a una Ley de educación que pueda persistir en el tiempo.
Las movilizaciones que se están viviendo como
consecuencia de los diversos recortes, suponen un grito de esperanza, para recuperar
derechos. Como uno ya va entrando en años, recuerda el himno a la libertad de
Labordeta “ habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra
que ponga libertad “. Luchar por el derecho a la educación supone mayor
libertad.
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