NUÑO JIMÉNEZ
Una
segunda sentencia ratifica la prohibición del paso del TRAM por el Parque
Ribalta, que esperemos se vuelva a ratificar tras los recursos de quienes desde
la administración local se han empecinado en un proyecto incierto desde un
principio y muy costo. Alternativas, a
su paso por el emblemático parque romántico de la ciudad de Castelló, no se han
buscado nunca, craso error. Pero tampoco al uso que se puede hacer de los
tramos ya construidos por la ciudad y al Grau y que permanecen en el limbo de
los costosos proyectos que nunca arrancan y que podrían estar así aún más
tiempo y que son espacios públicos a reivindicar.
Una de
las alternativas podría ser la de autorizar al paso de bicicletas por dichos
tramos y acondicionar su uso hasta la puesta en marcha de algún tipo de
vehículo que de servicio de transporte por los tramos autorizados. Si el
transporte sostenible debe ser el objetivo de las administraciones, hágase y de
forma segura, por aquellas plataformas que existen y que puede ser habilitadas
inmediatamente para facilitar ese tránsito con total seguridad.
Si la
propia corporación municipal es capaz de proporcionar licencias de terrazas
temporales por dichas zonas, ¿cómo no va a poder poner las condiciones para circular
en bicicleta por estas vías e incluso al Grau de Castellón con medidas que
garanticen la seguridad?
Resulta
curioso como durante años los semáforos del paso del TRAM por el Ribalta
permanecen encendidos con toda la
apariencia de normalidad, sin que pase ningún vehículo, con el gasto y la
inutilidad que supone, en cambio no veamos instaladas señales que autoricen el
paso de bicicletas por ese mismo tramo o que adviertan de la presencia de
ciclistas en las entradas a aquellas rotondas con carriles bicicleta perimetrales por las
que pase el TRAM, desconocidas también en el resto, con la inseguridad que
supone para ciclistas y vehículos.
Situaciones
que pueden resultar absurdas a cualquiera que venga de fuera y que no acierte a
comprender porque Castellón es de los pocos lugares donde existen tantas
rotondas sin señales que adviertan del paso de ciclistas y en cambio si hay
instaladas señales luminosas inservibles y prohibidas por sentencia judicial en
el Ribalta. Lo que refuerza esa imagen de Castellón de Aeropuerto sin aviones o
de Plataformas sin TRAM, más sangrante en crisis.
Nos unimos así al club de los TRAM desiertos,
como el de alguna ciudad de andalucia donde el PP accede al poder y alquila a
Australia sus tranvías, al no asumir un proyecto y un coste que no entienden
como suyo, cuando otras adquirien nuevas unidades, algo incomprensible.
Castellón se lleva la palma en itinerarios desiertos, siendo el único que no tiene
tranvía de construcción nacional, sin posibilidades económicas para asumir su compra,
ni mantenimiento aún privatizándolas ventajosamente a una empresa de autobuses.
En concreto un trolebús resulta incapaz de enganchar coches extras si fuera
necesario, ni transportar bicicletas, derrocha más energía lo que supone una
segunda catenaria antiestética y que requiere mayor mantenimiento. La ventaja
que suponía, en un principio, no tener conductor, se ha transformado en
conductores de autobuses de línea contaminantes que no exigen la construcción
de costosas plataformas de hormigón sobre ninguna calle o parque, para luego
cerrarlo al tráfico, sin alternativas. La alternativa de pedáles pide paso y no
contamina.
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